Saturday, August 14, 2010

Agotado en el Ministerio

¡El ministro de Dios es un superhombre! ¿Cuántas veces no hemos escuchado esto? Desgraciadamente hoy por hoy encontramos que muchos individuos manejan esta ideología como si fuese una verdad absoluta. Sin embargo sabemos por experiencia que no es verdad. Ningún ministro cristiano está exento de experimentar situaciones que no sean propias de un siervo de Dios. Una de ellas es el agotamiento físico y mental, que también podríamos llamar desgaste.

El desgaste ministerial es un problema serio que no se puede pasar simplemente por alto porque está afectando cada vez a más siervos que con convicción han decidido dar su vida para el servicio del Señor. Sin embargo, muchos no lo quieren reconocer aún cuando esté trastornando sus vidas personales y ministerios. Admitir que están agotados es el primer paso para solucionar su situación.

Hay cuatro cosas que todo ministro necesita cuando se encuentra en un estado de agotamiento. En primer lugar, tenemos que reconocer que necesita a alguien en quien confiar. En segundo lugar, necesita confesar y/o hacer frente al problema. En tercer lugar, necesita saber que otros se preocupan por él. En cuarto lugar, el ministro agotado necesita saber que él “está bien”.

Estos cuatro factores, son razones por las cuáles es difícil para el ministro enfrentar el agotamiento ministerial. Todas ellas son áreas muy delicadas, pero no se deben dejar guardadas, sino buscar ayuda y hacer el esfuerzo de superar ese estado crítico en el que se encuentra. Tenemos que reconocer que el agotamiento se convierte en un pecado oculto de los ministros cuando se insiste en no enfrentarlo y con orgullo no reconocer que se tiene y que necesita superarlo.

El agotamiento ministerial no es algo que nunca antes se haya escuchado. Tal vez ahora se está reconociendo y se está hablando mucho de él, pero ha existido desde hace mucho tiempo. Ponerle un título o un nombre no nos ayuda a resolver el problema, pero sí nos hace conscientes de que es real, y que se deben buscar los medios que estén al alcance para enfrentarlo, y tal vez pueda ser el primer paso para salir exitosamente de él.

Como algunos autores lo afirman, el agotamiento continúa siendo el pecado oculto de muchos de los ministros. La Biblia nos enseña que ya no debemos ser niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina (Efesios 4:14). Sin embargo, cuantas veces es tan fácil dejarnos llevar por ideas distorsionadas acerca del ministerio. Para mí el hecho de pensar que uno es el único responsable de realizar todas las actividades que tengan que ver con el ministerio es una doctrina falsa, e incluso una mala interpretación de las Escrituras.

Tal vez estoy siendo muy radical en mi punto, pero tenemos que entender que el agotamiento ministerial no se da solo porque sí, sino que proviene de una idea malformada acerca de la convicción ministerial. Es bien triste que cientos de pastores y/o ministros no reconocen que están equivocados, y que al ritmo que van no les espera un futuro muy agradable en cuanto a la salud mental y corporal.

De igual manera estoy convencido de que la casa del pastor es la primera que sufre. Que son la esposa y los hijos quienes empiezan a ver al pastor en su actitud de indiferencia que precede al agotamiento, o es señal del mismo. Lo que es cierto es que la falta no es toda del pastor. Su familia y esposa contribuyen y pueden ser un factor determinante en el agotamiento del pastor, cosa que no se puede pasar por alto, ni se debe tomar tan a la ligera.

La realidad es que nadie está exento de llegar al agotamiento, incluso a una edad temprana de su vida. Creo que podemos evitarlo, y leyendo libros sobre el tema podría ser una gran ayuda para aprender de los errores de otros, de modo que no los cometamos nosotros.

OLIVER MARTINEZ

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