Monday, November 15, 2010

¿Qué provoca el Avivamiento y el Crecimiento de la Iglesia?

Por el pastor Paul Yonggi Cho

La oración constituye la clave para el avivamiento espiritual. Si el avivamiento es obra soberana del Espíritu Santo, ¿qué es lo que hace que el Espíritu Santo se mueva en los corazones dentro del pueblo de Dios para darles nuevo poder y mayor osadía? Hay una respuesta sencilla:la oración.

¿Cuántas veces ha pasado usted una noche entera de rodillas delante de Dios? ¿Con cuánta frecuencia llama su iglesia a los miembros para un ayuno prolongado y oración?

Tal vez usted no ha sido la clase de cristiano que desearía ser por no haber orado lo suficiente.

El Evangelio según Lucas nos da un gran secreto: «¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él de medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. Y yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Lucas 11.5-9).

El Señor respónde la oración incesante, tocado por nuestra importunidad. Es importante entender la dinámica de este pasaje.

EL NO ES UN EXTRAÑO

En primer lugar, el hombre que solicita los panes es amigo del que los tiene. No debemos acercarnos a Dios como si fuera un extraño.

El es nuestro Padre celestial, y desea darnos todo lo que necesitamos. Precisamos un avivamiento en nuestra vida y, sobre todo, en nuestra iglesia.

Estamos cansados de los cultos muertos y de las reuniones de oración sin vida que hemos tenido hasta aquí. Necesitamos un despertar espiritual. No nos acerquemos a Dios como si fuera un extraño, sino como a un amigo.

En segundo lugar, no pidamos para nosotros mismos. El hombre de la parábola había recibido un visitante a una hora avanzada de la noche y no tenía nada para servirle. La hospitalidad oriental exigía que se les diera comida a los que llegaban a la casa. De igual modo, la Iglesia recibe la visita de pecadores hambrientos que necesitan alimento espiritual.

Pero muchas de las «alacenas»delalglesia están vacías y los pecadores salen también vacíos y sin salvación, para no regresar nunca.

Nuestra petición a Dios, pues, se justifica; necesitamos un a vivamiento a causa de aquéllos por quienes Cristo murió, de aquéllos que aún no han descubierto el significado de la vida eterna.

En tercer lugar, la hora es avanzada. Y por lo tanto no hay lugares donde conseguir hospedaje y alimento. Sólo nosotros tenemos la capacidad de satisfacer las necesidades de este mundo.

Si no lo hacemos, ¿quién lo hará? Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo, entonces? En este estado se encuentra nuestra sociedad en todo el mundo. Sí somos lo suficientemente sensibles, podremos entender que la hora está avanzada.

En cuarto lugar, si la puerta está cerrada, puede abrirse. En el corazón del hombre que acude a pedir los tres panes, late la esperanza de recibir una respuesta positiva. El avivamíento es posible para toda la Iglesia. Usted no tiene que estar en Corea para experimentar un avivamiento. Puede suceder en cualquier parte. No hay campo demasiado difícil. Aunque la puerta parezca cerrada ahora, usted tiene que creer que el Dios que está detrás de la puerta la abrirá si usted no desmaya, sino que persiste en oración.

Por último, para que alguien persista en la oración, tiene que desarrollar un intenso deseo. El hombre que salió a buscar los tres panes tenía el temor de perder su buena reputación, si alguien oía que los visitantes que habían llegado a su hogar no habían sido bien atendidos.

En el mundo oriental hemos acuñado la expresión «perder la cara». Esto significa perder el honor. Muchos preferirían morir antes que «perder su cara». Puedo comprender la desesperación del hombre. No quería perder su honor. Para que alguien persista en la clase de oración necesaria para el avivamiento, tiene que llegar a sentirse desesperado delante de Dios.
ORAR CON DESESPERACIÓN

Algunas veces, la prosperidad impide que los cristianos se desesperen delante del Señor. En Corea hemos experimentado grandes sufrimientos. Primero a causa de los japoneses, durante muchos años, y luego, a manos de los comunistas. Hemos aprendido a orar no en la comodidad de nuestras salas de recibo, sino en el campo. De igual modo, los cristianos chinos han aprendido a orar en los bosques y en las selvas, en las cuevas y en lo sótanos fríos. Si se los atrapa orando, pueden morir por ello, pero han aprendido que sin oración no pueden sobrevivir.

Charles Dickens, en su obra A tale of Two Cities (Historia de dos ciudades), señala que el espíritu de la revolución se manifestó de dos maneras distintas en las culturas francesa e inglesa de comienzos del siglo diecinueve. Este famoso escritor inglés dice que la sangrienta revolución que experimentó Francia se evitó en Inglaterra, no por el empleo de diferentes políticas en las dos naciones, sino por el avivamiento del Espíritu Santo que Gran Bretaña experimentó por medio del ministerio de Juan Wesley. Wesley era un ministro de la Iglesia Anglicana del siglo dieciocho. El y su hermano Carlos habían experimentado personalmente un despertar espiritual. En el tiempo de enfrentar la adversidad personal, Juan Wesley cayó de rodillas delante de Dios, y Dios lo tocó de manera especial. Sus ojos se abrieron para comprender la verdad bíblica de la santificación y la santidad personal. Hacia mediados del siglo dieciocho, sus enseñanzas se difundían por todas las colonias británicas, incluyendo los Estados Unidos de América. La mayoría de los que proclamaban este nuevo método de vida cristiana eran laicos.

El avivamiento wesleyano de Inglaterra produjo tal cambio, que se le concede el crédito de haber salvado a las masas de una revuelta sangrienta. También propugnó la educación de todo el pueblo y una actitud más humanitaria hacia los pobres. Los historiadores reconocen la influencia del avivamiento metodista en la actual cultura del mundo occidental.

Hoy, una de las organizaciones eclesiásticas más grandes del mundo es la Iglesia Metodista. Sin embargo, muchos de sus miembros no conocen la manera en que se originó el movimiento. Comenzó en medio de la adversidad y creció a causa del avivamiento. En gran parte de la antigua literatura metodista podemos leer acerca de reuniones y vigilias de oración que duraban toda la noche. Se puede decir mucho acerca de avivamientos como los de Gales, la India, América Latina y los Estados Unidos de América, pero conviene destacar un hecho que permanece constante: Jamás ha ocurrido un avivamiento en la historia sin que el pueblo de Dios hubiese orado. No me refiero a oraciones breves, ni a momentos de oración, ni a palabras de oración. Me refiero a largos períodos de oración coordinada y ayuno delante de Dios. Puedo decir con toda sinceridad que en Corea estamos experimentando un genuino avivamiento. En la actualidad, la Iglesia crece cuatro veces más rápidamente que el promedio de natalidad de nuestro país. Esto significa que dentro de veinte años, si el Señor no viene antes, el 80 por ciento de la población será cristiana.

Debemos recordar que Corea ha sido por tradición una nación budista. No ha resultado fácil ganar almas para Cristo. Sin embargo, en Corea estamos viendo una gran cosecha entre los incrédulos. Han comenzado a acudir al Diosdela Biblia. Esto es una obra auténtica del Espíritu Santo.

Mientras escribo esto, nuestra iglesia tiene más de 330.000 miembros. Cuando el libro se haya publicado, es posible que la membresía alcance a los 350.000. Aproximadamente 10.000 nuevos convertidos se unen a la iglesia cada mes. ¿No llamaría usted a esto un avivamiento real?

LA RESPUESTA ES UNA SOLA: ORACIÓN
¿Cómo hemos mantenido tan extraordinario crecimiento en nuestra iglesia local? Hay una respuesta: la oración. Todos los viernes tenemos un culto de oración que dura la noche entera. Literalmente, no te­nemos el suficiente espacio para toda la gente que quiere acudir a orar. Oramos por nuestra nación y por nuestros líderes. Oramos para que el Evangelio sea predicado en todo el mundo. Oramos para que regrese nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Pedimos que en muchos países comience un avivamiento. En realidad, presentamos delante de Dios millares de cartas que nos envían desde distintas partes del mundo. Cantamos, adoramos y oímos el mensaje de la Palabra de Dios, pero, básicamente, oramos. La manera mas fácil de detener el avivamiento que ahora experimentamos será cancelar nuestros cultos semanales de oración de toda la noche. Pero no tenemos la intención de hacerlo. Necesitamos orar para que Dios responda.

Tomado del libro

«Mucho más que números» de Paul Yonggi Cho – Editorial Vida.

Fuente:

Producciones “El Puente” Bs.As. Argentina, Revista Los Elegidos, Año 1,Nº 4, pp.40-44,