En su práctica cristiana, ¿le encuentra más inclinado a vivir basada en la ley o más a vivir basada en la gracia?
Esta
es una pregunta por demás interesante, dado que no es muy fácil responderla. Personalmente
creo que por muchos años tuve una tendencia a vivir basado en la ley. Esto se lo debo al ambiente en el cuál crecí,
en el cuál aprendí a vivir una vida religiosa y legalista. No quiero cometer el error de ser un mal
agradecido por todas las cosas que aprendí en la iglesia desde que era un niño.
No obstante, con el tiempo fui descubriendo que crecí en un ambiente en el que
aprendimos a vivir la vida cristiana siguiendo leyes de hombres y no basados en
la gracia de Dios. Esto me llevó a vivir
de alguna manera una doble vida, en la que exteriormente aprendí a vivir de
acuerdo a leyes humanas y a mostrar una aparente piedad, pero por adentro
llevaba ocultos muchos pecados, complejos e inseguridades que nunca tuve la
confianza de externarlos con nadie por temor al qué dirán. Esto fue así dado
que, como argumenta el autor Boa: “El legalismo enfatiza un grupo de reglas
externas y prohibiciones en lugar de enfocarse en la vida interna en el
Espíritu.”[1]
Esto
fue la historia de mi vida por muchos años. Sin embargo, ahora que soy ser un
líder cristiano, he podido experimentar una transformación en mi vida dado que
Dios me ha llevado hasta un punto de quebrantamiento en el que las áreas más
oscuras de mi vida quedan expuestas ante la gracia y el amor de Dios. He
descubierto que por mucho tiempo estuve cargando con el yugo de la culpa y el
rechazo. Pero esa no es la clase de vida
que Dios quiere para mí. Dios cambió para siempre mi manera de entender la vida
cristiana. Ahora puedo disfrutar la
gracia de Dios como nunca antes lo había hecho en mi vida. Dios me ha mostrado
que solo por Su Gracia y Su amor incondicionales mis necesidades más básicas son
suplidas: Amor y aceptación, significado e identidad, competencia y realización.[2]
¿Qué efecto tiene sobre sus relaciones con Dios y otros?
En primer lugar, el efecto que tiene
sobre mi relación con Dios es grande dado que hoy puedo entender que Dios me
ama profundamente y me acepta tal y como soy, pero que no me quiere dejar así.
Hoy puedo entender que solamente a través de la fe en Jesús y del poder de la
gracia de Dios en mi vida puedo encontrar el camino a la completa recuperación
de mis complejos, inseguridades, adicciones y temores. Hoy
me
alegro de tener una relación íntima y personal con Jesús, y sé que aún cuando
todavía sigo enfrentando luchas personales y problemas, puedo disfrutar de la
gracia y del amor de Dios. Tengo la confianza de que Él aún no ha terminado
conmigo y que completará la buena obra que comenzó en mí. Ahora sé que cada
prueba o tribulación que viene a mi vida, tiene un propósito y que Dios siempre
me dará la salida de manera que puede soportarla. Por otro lado, el efecto que tiene sobre mi
relación con otros es sorprendente ya que ahora tengo la libertad para amar y
aceptar a las personas tal y como son, sin poner sobre ellas todas las cargas y
enormes demandas que habían sido puestas sobre mí en el pasado. Ahora Dios me ha permitido ser un ministro
que ayuda a las personas a ser restauradas de sus problemas personales y a
experimentar la libertad total que solamente es alcanzada por medio de la
gracia de Dios. Ahora puedo decirles a
las personas que no tienen que vivir derrotados, y que Dios nos ha provisto de
Su Cuerpo, la iglesia, para que podamos ser restaurados a través del amor y de la
comunión con otras personas. La clave
está en permanecer en Cristo, y su vida en
nosotros puede afectar cualitativamente cada aspecto de nuestra
existencia, incluyendo nuestra familia, trabajo, pensamientos, actitudes y
nuestra forma de hablar.[3]
¿Qué efecto tiene sobre sus expectativas de su liderazgo y
el liderazgo de otros?
Por
último, el efecto que tiene sobre mis expectativas de mi liderazgo y el
liderazgo de otros gira alrededor del mismo principio: Entender y experimentar
la libertad que nos trae la gracia y el amor de Dios, y comprender lo
destructivo que puede ser el vivir bajo el yugo del pecado y el legalismo. Ahora, puedo entender como líder de manera
personal y comunicar abiertamente a los líderes de nuestra iglesia que nuestro
crecimiento cristiano no es logrado a través de reglas externas o rituales,
sino a través de una relación interna con Cristo Jesús.[4]
Cada uno de nosotros somos responsables de cultivar nuestra relación personal
con Cristo de manera diaria, dependiendo
cada día de Su gracia y Su poder. Solamente entendiendo nuestra condición como esclavos de Cristo y
sometiéndonos a Su Señorío es que podemos experimentar una verdadera libertad. Esto
nos permitirá evitar muchos conflictos interpersonales derivados de no comprender
correctamente cuál es nuestra verdadera identidad, la cual debe estar basada
únicamente en Cristo. El autor Boa concluye: “Dicha libertad siempre conlleva
responsabilidades y consecuencias. Por lo tanto, no solamente debemos conocer
la verdad, sino que también debemos ponerla en práctica.”[5]
Usted tiene plazo hasta las 11:59
p.m. (EST) del domingo del Módulo/Semana 5 para publicar la secuencia, y hasta
las 11:59 p.m. (EST) del domingo del Módulo/Semana 6 para publicar las
respuestas.
OLIVER MARTINEZ
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